domingo, 7 de agosto de 2016

Número 129. piel casi al azar.

Ruedas de azar para sorteos

piel es un libro que hay que leer de un tirón.

De principio:
Para Mayca,
porque este libro es tan suyo como mío.
a fin:
y no dejes que nadie
te ciegue las puertas del horizonte.  
Luego déjese reposar en la mesilla y vuélvase a él uno o algunos días más tarde, e inviértase el orden de lectura:
Para Elena, porque cuando le dije adiós
en la boca del metro de Ríos Rosas
supe cuánto se me había 
hecho ya mayor y yo tan viejo.
Así, entre dos amores discurre un trozo de la vida íntima de Pedro Ojeda Escudero, profesor, bloguero, poeta... Y el lector, una vez disfrutado de principio a fin y de fin a principio, no lo arrincone en el estante del olvido, déjelo cerca aún más días y más noches, y disfrute, disfrute de los versos completamente al azar, para ir construyendo con jirones de su piel, palabra a palabra, cada vez un nuevo poema:
Para llegar a tus ojos
Acunabas mi cabeza
en el secreto lugar
en un cielo de rojos oxidados.
Cotidiana dulzura de la piel,
mientras muerdes
de cuajo
porque habías dejado de soñar 
para que los meza el aire.
Todavía es verano
para llegar a tus ojos
lento, humilde, alto de esperanzas
al fin
nos besaba en la noche con estrellas.
A veces pienso 
los paisajes que he visto con mis ojos,
que rondaré las noches de verano
tus muslos, cálido
café tu piel intensa,
al aire de la marisma.
Te diré sin tocarte
que nunca construye de verdad las barricadas
y el eco de las hoces me devolvió tu piel 
a salvo en un remanso entre los chopos.
Espadañas y chopos en las orillas del Canal de Castilla

viernes, 5 de agosto de 2016

Número 128. Quien bien te quiere...

Sin lugar a dudas, Barbijaputa sabe de refranes, domina el refranero y lo amolda a sus propósitos, normalmente para cuestionar, que es lo bueno, sus generales máximas. Entre mis notas guardo como oro en paño su artículo «El amor todo lo puede», por ser un buen ejemplo de ello, y por conseguir en pocas líneas dar la vuelta a principios tradicionales con gran maestría. 

En su reciente novela La chica miedosa... nos deja también unas cuantas muestras de este su buen hacer. 


Pintada en la entrada de un garaje: Te quiero Tamara. Pero Kiéreme Bien!


Barbijaputa se sirve de un personaje secundario argentino, uno de los amantes ocasionales de la protagonista, para poner en cuestión uno de los más tradicionales refranes del español, al que últimamente se le ha dado un significado distinto. Sí, pese a ser estructuras fijas, los refranes cambian con el tiempo. 
—Bárbara —me dice subiendo el tono de voz, como si quisiera dar un golpe sobre la mesa y ordenarme por dentro en un instante—, ¿sabes eso que dicen ustedes los españoles de «quien bien te quiere, te hará llorar»? Pues no es verdad y no sé de dónde lo sacaron. Es de pelotudos creer eso. Quien bien te quiere te hace reír, te hace feliz. Si te hace llorar, no te quiere, y mucho menos te quiere bien (pág. 360).
Este refrán no solo lo decimos los españoles, también en Argentina es popular, como nos muestra una consulta al Google, pero sí que es verdad que cada vez se cuestiona más, sobre todo aplicado a las relaciones entre hombres y mujeres, y no a las de padres e hijos, educadores y educandos, que era a quien iba dirigido en un principio. 

Dejemos por un momento a Barbi y veamos dos ejemplos reales, sacados del corpus del que me ayudé para la tesis, el primero en su sentido más tradicional y el segundo siendo cuestionado por una alumna de primero de la ESO. 
Mi pueblo es Peñaranda de Duero. Nací el 5 de marzo de 1922.[...]En cada casa hay una manera de enseñar, de saber y de respetar; y si alguna vez nos tenían que castigar [en la escuela], o nos merecíamos una bofetada, también nos la daban, porque nos la habíamos ganado.
Nuestros padres también nos la daban cuando lo merecíamos y así ponías más atención, que como bien dice el refrán: «quien bien te quiere, te hará llorar...» (Teles Gallo: «Buscando en mis recuerdos...», Nuestra Parroquia, n.º 28, diciembre 2009, 28).
Frente a este testimonio de un hombre de 87 años que ve como natural los castigos físicos en la escuela, la reacción de una niña de 14 frente a la violencia hacia las mujeres en la revista de su instituto:  
Las personas mayores suelen decir todavía que quien bien te quiere, te hará llorar. Es un dicho antiguo, pero ahora nos damos cuenta de lo equivocado que es. Alguien que te quiere te hará feliz, te apoyará, te hará reír, estará a tu lado en los buenos momentos y en los malos; alguien que te quiere no te juzgará.
Hace poco empezó el año 2008 y ya se han cometido varios maltratos y asesinatos de mujeres y adolescentes por sus maridos o novios, quienes un día les prometieron amor y respeto. Pero estos terribles hechos no suceden de un día para otro, son cosas que empiezan por un insulto, un mal gesto, unos gritos, etc. Algunas mujeres todavía creen que el hecho de que sus parejas sean muy celosas quiere decir que las quieren mucho ¡qué gran error! Los celos son una enfermedad y, en muchos casos, son la excusa para empezar un maltrato. Ante el primer insulto, el primer mal gesto, ante cualquier situación de este tipo, mejor cortar de raíz, porque las cosas que empiezan mal, suelen ir peor, y rara vez mejoran.
Por eso recuerda: QUIEN BIEN TE QUIERE ¡TE HARÁ FELIZ! (Ainara Martínez Herrero [1.º E. S. O.]: «Quien bien te quiere...», Nuestra Voz, 28 de mayo del 2008, 25).
Ainara podría ser perfectamente Barbijaputa, porque ya lo dijimos: la chica miedosa tiene algo de todas nosotras, o mejor dicho: con un poco de cada una de nosotras se ha construido esa chica miedosa. 

¿De quién aprendió Barbi a cuestionar los refranes? ¿De su madre? ¿De su abuela? 

En uno de los pasajes más significativos de la novela, aquel en que la madre le habla a la hija sobre el amor y el desamor, mientras las primera intenta tender la ropa, hay una pista: 
—Yo estoy con tu padre, pero una nunca sabe qué va a pasar en la vida —dijo a la vez que dejaba el cesto de la ropa a la mitad y se sentaba a mi lado. En todo ese tiempo había tendido unas bragas y unos pantalones. Y ya no iba a tender nada más—. La vida es muy larga, Barbi. Ese refrán de que la vida son dos días es mentira, la vida es a veces tan larga que da pereza (pág. 232).
Es cierto, la vida y más las novelas pueden cambiarlo todo con solo pasar página. A pesar de ello, y de que la sabiduría popular personalizada en una camarera de hotel negra le aconseja no hacerlo, Barbi decide que debe cambiar de algo tan importante en la vida como es el trabajo, que su etapa de azafata terminó en uno de esos correctivos corporativos.
—¿Lleva mucho tiempo trabajando aquí? —le pregunto [...]
[...]
—Toda una vida, sí. —Y su sonrisa se apaga un poco—. No es una cosa maravillosa, señorita, pero aquí tenemos un dicho: «No se cambia de caballo a mitad del río» (pág. 397).
Refrán muy popular en tierras caribeñas, existente también en inglés, por lo que suponemos que Barbijaputa no solo aprende los refranes de su madre, sino que en su vida anterior como azafata aprendió también alguno más. 

De América, y no solo por el contexto, parece venir también la variante Las paredes tienen oídos, que nos recuerda en uno de los pasajes en los que se enfrenta a la realidad cubana:
—No te diré lo que pienso sobre Fidel, amigo, aquí hasta las paredes tiene oídos —comenta uno de ellos cuando Manuel critica el hecho de que Colca-Cola liquidara la compañía en Cuba al entrar Castro en el poder. Y aunque lo dijo en tono de broma quejándose de lo mala que era TuKola, el comentario no fue bien recibido—. Para ustedes es fácil alabar el comunismo, claro, gracias al capitalismo viajan con una tarjeta de crédito bajo el brazo que los hace libres (pág. 94).
¿La tarjeta de crédito te hace libre? Barbi solamente esboza cuestiones de este tipo, aunque la política, ya lo dijimos, está muy presente en la última parte de la novela.
Asamblea del 15M en Sol. Pancarta presidiendo: Es mejor arriesgar y perder que perder por no haber arriesgado.


La política o más bien la camaradería de los compañeros de piso, de los amigos de los amigos, con los que casi siempre puede contarse, un hombro amigo con el que llorar, u otro amigo con el que hacer los deberes... En fin, a la postre, Dios los cría y ellos se juntan, bueno, se manifiestan, como dice Barbi, que maneja también increíblemente la desautomatización, o como dejó escrito uno de mis informantes: Dios los cría y el viento los amontona
Lúa, por su parte, nos presenta a Carmen y a Rubén, dos hermanos encantadores que trabajan como periodistas en un medio pequeñito pero independiente. Y también Vicente, un cámara de la cadena donde trabaja. Todos están volcados en el activismo social y siguen con ansia la actualidad del país. Una vez más, me veo rodeada de gente cuya vida gira en torno a la política. Parece que dios los cría y ellos se manifiestan (pág. 364).
¿Asistiremos a una segunda novela cuya protagonista se haya sumergido totalmente en el activismo social?

lunes, 1 de agosto de 2016

Número 127. ¡Ay, Barbi!

Hace días que, como estaba previsto —«se lee en dos días», es la opinión general— terminé de leer la novela de Barbijaputa La chica miedosa que fingía ser valiente muy mal. No es una autobiografía, ella lo ha aclarado mil veces, pero sí tiene muchos elementos autobiográficos, ha declarado también en las numerosas entrevistas. Es autoficción, ha clasificado algún crítico, y yo avanzaría más: es un poco la biografía de todas.

La chica miedosa, Bárbara, engancha porque casi desde el primer momento nos vemos identificadas en esa joven aterrorizada ante una entrevista de trabajo, temerosa de meter una y otra vez la pata, como todas, aunque a ella, al final, le sonría la suerte y consiga el trabajo, algo que en la realidad solo le pasa al elegido mientras que el resto de los candidatos se queda esperando la próxima oportunidad. También nos gusta porque es mujer de carne y hueso, no ficticia, y tiene una regla normal, no de novela, con dolor de riñones, mal humor y excitación añadidas, y reniega, como todas, del castigo que la naturaleza nos ha impuesto una vez al mes. 

Engancha porque, pese a ser miedosa, quiere vencer ese miedo volando lejos del hogar, cortando los invisibles hilos que a modo de cordón umbilical la mantienen unida al sofá de su casa, a sus padres y a sus hermanos, unos hilos fuertes y débiles a su vez. 

Bárbara, la andaluza de pelo rebelde, llega a Madrid con la maleta llena de ilusiones, dispuesta a volar en el sentido más literal, porque enseguida conseguirá un trabajo como auxiliar de vuelo en una compañía aérea de primer orden, cuyo convenio parece haber sido hecho por el mismísimo Marx, una compañía que cuida a sus trabajadores alojándolos en hoteles de lujo y dándoles los merecidos descansos entre vuelo y vuelo, menos cuando toca puente aéreo, porque esos días son agotadores.

Barbi tiene el trabajo ideal, la compañía ideal, los colegas ideales... Comparte piso con otra chica y dos chicos cerca del aeropuerto, lo que le permite llegar puntual a los vuelos cuando la avisan en el último minuto. Solo parece molestarle de su trabajo el color corporativo, esa uniformidad impuesta a rajatabla y esa sonrisa más impuesta aún, que consigue al segundo intento.

Además en uno de los vuelos conoce al que sería EHMMDM (o algo así), es decir, el hombre ideal, el compañero ideal, del que se enamora y con el que consigue sin demasiados esfuerzos mantener una relación, que durará hasta que...

Al principio de la novela vemos una Barbi que busca nuevo piso en un barrio alejado del primero, porque EHMMDM (o algo así) ha dejado de serlo, o al menos han roto la relación y ella debe recuperarse de ese trauma, de ese y de algún otro...

Visto desde fuera, aunque la novela esté escrita en primera persona, todo es bastante previsible. Hay pocas sorpresas en las relaciones de pareja de Barbi, en las relaciones con los compañeros de piso, en las relaciones ocasionales, en sus relaciones en ese trabajo a tanta altura...


primer término de unos calzoncillos de rayas tendidos en una cuerda. Al fondo, más ropa.

De lo mejor de la novela, sin duda, son las relaciones familiares, esa familia formada por papá, mamá y hermanos, y esa familia más extendida, la abuela, los primos y esa tía que todos hemos tenido. Barbi ha sabido muy bien distribuir como nadie los roles, y ahí vemos a ese padre de familia, profe de matemáticas en los ratos libres, tendiendo la ropa o dando la vuelta al puchero mientras le explica a su hija que el corazón lo tenemos a la izquierda y no a la derecha. De la madre se nos dice que tiene jornada partida y que también está siempre ahí, para terminar de explicar lo que el padre, con su mente demasiado lógica, no ha sabido rematar. Una madre que un día, con los hijos ya grandes, decide volver a conducir, entre otras cosas.

Conocía a la Barbijaputa articulista de los medios digitales y en menor medida por sus tuits, siempre redactados impecablemente en una prosa ágil y un castellano envidiable en estos tiempos en los que todo el mundo parece ir a la carrera y en los que incluso los catedráticos comenten deslices ortográficos. Barbi domina el lenguaje en todos los registros, y esto es un plus a priori para lanzarse a leer una novela en pleno verano y con la que está cayendo.

Pero ¡ay!, y llegamos a ese ¡ay!, que me ha llevado a titular este comentario. Pero, hija de mi alma, ¿cómo se te ha ocurrido en ciertas páginas hablar de tener sexo como sustituto del castizo follar? Si se te habían acabado los sinónimos siempre puedes recurrir a las perífrasis o a las metáforas, o incluso, a la desesperada, y si me apuras, ilustrarte en el Diccionario secreto de Cela, que ya sabemos que es muy machista, pero de lengua sabía algo. Lo que tú quieras antes de caer en ese vulgar anglicismo que en español, por más que se empeñen algunos, suena horrendo y ambiguo, porque tener sexo, tenemos todos, aunque solo sea el que aparece en el carné de identidad.

No te perdono ese detalle, ni el más grave de no haberte dejado llevar por la literatura, el no haberte recreado en las situaciones, en los personajes, en los paisajes, en las descripciones, para que tus lectores hubiéramos podido recrearnos también contigo. Vas demasiado deprisa, nos dejas con las ganas en más de un momento, dejas algún cabo suelto, aunque al final consigues que nos sintamos también todos un poco huérfanos, y no diré más. Vas por buen camino, pero sosiégate, mujer, y recréate en lo que nos estás contando, que una novela no ha de leerse en un asalto, como si fuera un artículo en el periódico. 
Cartel: ¡Precarios, parados, indignados! ¡¡Sol-idarizate!! ¡¡Sol-uciones!! 17 mayo, 2011


Pertinente la inclusión de la gestación del 15M, de ese 15M que tanta huella ha dejado en algunos de nosotros, aunque a decir verdad tu cronología no se corresponde con la mía, pero este es un detalle menor: dormíamos y despertamos. 

Y sí, entre los méritos de Barbijaputa también está la inclusión de refranes en lo que escribe, aunque solo sea para dejar claro su desacuerdo con algunos de ellos, pero de ellos, de los refranes, hablaremos en una segunda entrega, porque hay aspectos interesantes.