San Miguel. Paso de las brasas |
Hará unos dieciocho años que Santi (Aldekoa) e Inma, afincados en Tubilla, decidieron dar un impulso a las fiestas otoñales del pueblo poniendo un reto a sus paisanos: el paso de las brasas con los pies descalzos, tal como se hace en otros lugares, por ejemplo en San Pedro Manrique (Soria). Algún tubillano se llegó a desplazar allí para aprender de cerca la técnica del paso, hoy, años después es uno de los fijos.
La mentalización es lo principal —nos explica un amigo, cubata en mano, poco antes de que empiece la ceremonia—. Al principio Santi reunía a veinte personas en el salón del ayuntamiento y les decía: «Venga, podéis hacerlo», y lo repetía y repetía y termina por concienciarlos. Esto es como cuando tienes que pasar un río, porque estás en peligro y lo pasas y lo pasas, contra corriente, aunque no sepas nadar. Pues esto es igual, pasos cortos y decididos, cuando empiezas a titubear es cuando te quemas. Al final te refrescas un poco los pies en un balde y listo. Yo solo me he hecho una ampolla un año, pero paso todos. En los pueblos pequeños estas cosas son las que nos animan.
Se extiende la alfombra de brasas que brilla en la oscuridad, la Luna llena preside entre los árboles la noche serena. Los espectadores toman posiciones, ponen a punto los móviles para captar los detalles, o el paso triunfal de un amigo o familiar.
El primero se dispone a pasar. Pasa seguro, con la técnica de los pasos cortos y profundos... la gente aplaude.
Dos miembros de la organización ayudan a lavarse los pies en el balde dispuesto al final, otro trae más lumbre, aquel extiende y alisa la alfombra de brasas, un veterano da consejos a otro que se estrena en al aventura: «Con fuerza, pisa con fuerza». Alguno lo intenta llevando a cuestas a un compañero...
Yo pasé el primer año y me quemé —nos cuenta una amiga—. La verdad es que me duraron las quemaduras un mes, los primeros días me dolían, luego no. Mi marido pasa todos los años, pero yo no. Lo intenté el primero y me quemé y el segundo, por amor propio me dije: Si pasa todo el mundo ¿por qué yo no? Y me volví a quemar, así que ya no he vuelto.La tradición se ha asentado en Tubilla del Lago. Los promotores iniciales dieron paso al Ayuntamiento, que asumió la organización como un acto más de las fiestas: la preparación de la leña, del terreno, que no haya piedras que son las que pueden quemar, estar al tanto de todo y de que nada falte...
Todo ha terminado, ya no hay más voluntarios al paso del fuego.
La atracción del fuego es incuestionable, aunque todo consista en tan solo ver arder una hoguera. Las ceremonias de paso de hogueras, más coincidiendo con las fiestas locales que con la posición de los astros, solsticios o equinoccios, van proliferando. Se saltan las hogueras a las que se ha arrojado todo lo malo, se intenta purificar mediante el fuego sabe Dios qué, o simplemente se trata de superar retos personales.