lunes, 16 de octubre de 2017

Número 174 María de Zayas. Tretas y contratretas

En los Desengaños amorosos, María Zayas hace subir sucesivamente al estrado a sus amigas y compañeras para que, ante una audiencia mixta, relaten, en forma más o menos novelada, sucesos «basados en hechos reales», que diríamos en lenguaje televisivo de sobremesa.

Su propósito no es otro que dejar patente la mala condición de los varones, que parecen haber venido a este mundo con el único fin de buscar la perdición de las mujeres. Así que, amigas, estén atentas y no se dejen embaucar por ellos y tengan preparadas sus armas, pues el enemigo acecha.

Ha procurado la autora refinar y elaborar más el lenguaje en esta segunda parte de sus novelas. Fruto quizá de esta mayor elaboración, son una serie de sentencias de carácter proverbial, que doña María parece dar por buenas, aunque tiene la elegancia literaria de incorporarlas a su propio discurso y disimularlas en él. 
Cuatro mujeres ataviadas con trajes medievales
Las amigas de la Zayas
Tomemos como ejemplo esta doble afirmación puesta en boca de una de las narradoras, pues en no pocas ocasiones estas intervienen activamente en lo que están contando para exponer su criterio moral acerca de lo sucedido, o bien para anticipar lo que va a suceder.
Partió con su deseo, prometiéndola correspondencia, porque él amaba, según decía, el alma y no el cuerpo. A dos leguas no se le acordó más de tal amor. Mas ella, que, cuerda, conocía el achaque no había caminado una, cuando ya lo tenía olvidado; porque a la treta armar la contratreta, que de cosario a cosario no hay que temer.
A la treta armar la contratreta no es propiamente un refrán, al menos no está registrado como tal en las recopilaciones coetáneas ni posteriores, pero encontramos el pensamiento muy presente y casi con esa misma fórmula en numerosas obras de su tiempo. Doña María está expresando esa idea de forma concisa y sapiencial, es decir nos está brindando un nuevo refrán, que bien podría incorporarse a los refraneros. 

En un fragmento de las memorias de un tal Felipe de Comines (Memorias de Felipe de Comines, señor de Argentón, 1643 [Google]) encontramos casi la misma circunstancia y palabras:
Pero cuando las Damas quieren todo se facilita y descifra fácil y presto: porque no hay treta tan cautelosa, que prevista no tenga su contratreta. 
Hermanas, estad prevenidas, usad esas armas y astucias que poseéis, pues los hombres las conocen y no dudarán en echároslas en cara. 

De tretas y contratretas abundan las obras de enredo de nuestro teatro clásico, por no hablar de otras novelas y obras en prosa de su tiempo. De tretas y contratretas, muchas de ellas puestas en forma sapiencial, nos habla la obra de Gracián, del que Blecua (Sobre el rigor poético en España y otros ensayos. Ariel, 1977: 139) dice: 
Toda su obra girará alrededor de unos temas cuya finalidad es la misma: advertir para triunfar: educar el genio con el ingenio; hacer un discreto, un héroe, un político, o bien ensañar a caminar por el mundo salvando la treta con la contratreta, la cifra con la contracifra.
Esta es sin duda la intención de la Zayas a la hora de escribir sus novelas, no solo entretener, no solo pasar el rato, sino advertir a las mujeres de los peligros que las esperan si confían demasiado en los hombres. Y para defenderse qué mejor que ponerse en su mismo plano, pues de cosario a cosario no hay nada que temer. 

De cosario a cosario no se pierden sino los barriles es refrán que está ya en las primeras colecciones castellanas (Santillana) y en La Celestina, y es glosado por Sebastián de Horozco, para terminar dando título a una comedia de Lope de Vega. 

Antes de continuar conviene aclarar que un cosario, que no hay que confundir con corsario, aunque tengan el mismo origen, es una persona que se dedica a transportar cosas o personas de un lugar a otro. Es decir, es lo que en lenguaje moderno llamaríamos transportista

El sentido del refrán es que entre personas del mismo oficio, de la misma condición, suele haber buenas relaciones, por lo que nada hay que temer. Refranes sinónimos son De barbero a barbero no pasa dinero, Entre sastres no se pagan las hechuras, o el más moderno Entre bomberos no se pisan la manguera, todos ellos con el sentido de la colaboración entre iguales. Las mujeres que aparecen en las novelas de la Zayas no siempre se dejan achantar por los hombres, como es el caso del ejemplo. 

Quedémonos en el siglo XVI con la glosa de Sebastián de Horozco en su Teatro universal de proverbios para mejor entender la afirmación de la Zayas: 
El hombre que a otros popa
acontece que algún rato
jugando a daca la ropa
cuando no se cata topa
con horma de su zapato.
Así que le es necesario
ser un Héctor, o un Aquiles
por do se dice ordinario
que de cosario a cosario
no van sino los barriles. 

Referencias 

  • Horozco, Sebastián de (1986): Teatro universal de proverbios. José Luis Alonso Hernández (ed.). Universidad de Salamanca.
Comentario para el club de lectura La Acequia.

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué delicia de entrada, desvelando las tretas y contratretas de la Zayas para advertir a sus lectoras (era el público final de estas novelas, sin duda, lo que dice mucho de lo poco que sabemos de verdad de sociología literaria).
Por cierto, cosario se sigue usando en zonas de Andalucía.
Y esa foto impagable de las amigas...
Gracias por todo.

Abejita de la Vega dijo...

Contratreta...cuidado no decir contrateta. Algunas protagonistas de las novelas de María Zayas están al quite en lo de la contratreta, a ver si lo he puesto bien. Mucho gusto en conocer a las amigas de la Zayas, parecen buenas chicas y modositas. ¡Y bien arregladas!¡Cuidado con los hombres engañadores, chicas! ¡Adelante con las contratetas! ¡Contratretas!
Las mujeres del XVI vivían como cosas sin alma, sin derecho a elegir estado ni a recibir educación. Entre costura y costura, entre hilado e hilado, urdían alguna treta o contratreta, se defendían como gato panza arriba. Muertas de aburrimiento, pienso yo. En algo se tenían que entretener.
Me gusta lo del bombero que no pisa la manguera al compañero.
Le has sacado excelente punta refranera a la Zayas.
Un abrazo y un aplauso.

Ele Bergón dijo...

Muy interesante tu entrada, que aún no había leído, en este análisis tan profundo y documentado que haces de los refranes, sobre lo que escribe doña María en sus novelas. Son muy significativos, según explicas, para entender el propósito de sus escritos. Y ahora me doy cuenta, que es verdad.

Solo he leído Aventurarse perdiendo y en cierto modo me ha gustado,no como la primera vez que intenté meterme en sus novelas y lo dejé. Como os voy a seguir leyendo,a este paso me voy a encontrar sumergida en la literatura de la Zayas.

La foto de las amigas de doña María de Zayas, genial. ¿ Qué dicen de ello las protagonistas?