domingo, 29 de enero de 2017

Número 147. Patria: Donde las dan las toman

Cuando se enteró, Miren no pudo por menos que agarrar el teléfono y llamar a Bittori con urgencia:

—Tenemos que vernos, ¿sabes? Han hecho una novela con nosotras de protagonistas. 

Y aunque Bittori no estaba para muchas fiestas, no pudo resistirse a la invitación y quedaron, como en los viejos tiempos en San Sebastián, a tomarse un té con churros, o un chocolate con pastas, que en esto no se ponen de acuerdo los autores, en una de esas cafeterías modernas con asientos de plástico duro, porque las cafeterías que ellas frecuentaban hace tiempo que cerraron. 



Mujeres vascas en el museo de Irún

Bittori llegó y se quitó el abrigo, sí, se había quedado más delgada y estaba bastante más vieja. ¿El tiempo todo lo cura? ¿El tiempo pone a cada uno en su lugar? ¡El tiempo no perdona!, suspiró Miren mientras ayudaba a su amiga a acomodarse. 

Ya sentadas, fue Bittori la que rompió el hielo yendo directamente al grano: 

 —A ver, cuéntame qué es eso de la novela.

 —Pues un libro, una novela que nos retrata, que cuenta lo que nos ha pasado, lo que nos pasa, ¿cómo somos? —Miren parecía oscilar entre el entusiasmo de sentirse protagonista y el recelo de lo que de ella se contaba.

—¿Y cómo somos, Miren? 

 —Pues bastante mandonas, que parece que nos pasamos el día en jarras queriéndolo controlar todo. Oye, mira —y Miren tras mirar a su alrededor acercó su cara a la de su amiga para abundar en la confianza—, yo no sé si a este chico le falta la amá o qué, pero ¿tú te acuerdas de esa serie que ponían por Antena 3, Allí abajo? ¿Te acuerdas de las dos hermanas, de Maritxu y de Bego, que tenían un bar donde se juntaba la cuadrilla? ¡Pues igualitas, oye!

Bittori torció el gesto sin demasiado entusiasmo y Miren siguió.

—Y a ver, yo no digo que un poco mandonas no seamos, y el que nos saquen así para hacer unas risas por la tele, pues vale, pero de ahí a que seamos así, va un trecho. Vamos, y que nuestros maridos tampoco son así, el tuyo porque era un santo, y el mío, porque es verdad que le sacas de los puerros y la bici y parece que no es hombre, pero tú sabes que lo es, aunque a veces sea un poco apocado y tenga que ir yo al bar a buscar un fontanero, cuando en casa hay que hacer arreglos.

Bittori se animó:

—¿Y de lo nuestro?, ¿de lo importante qué? 

Miren se llevó la taza a los labios antes de contestar.

—Bueno, se aproxima, pero también se pasa ¿eh? A ver, Bittori, que tú que eres madre sí que lo supiste contar bien, cuando te diste cuenta de que a fin de cuentas yo tenía que estar al lado del hijo. Si nosotras no les apoyamos ¿quién lo va a hacer? No nos queda otra. Y yo de política, lo justo, aunque amo mucho a esta tierra, eso también es verdad.

Bittori hizo un gesto que más parecía de asentimiento que de rechazo. Tras una pausa se atrevió a preguntar:

—¿Y yo? ¿Y los míos?

 —Pues la verdad, a ti a veces te saca un poco loca, y antes de lo que pasó parece que solo te preocupada, como a mí, ir a buscar leche al caserío para hacer cuajadas que llevarles a los hijos, y eso tampoco es verdad, que nosotras a nuestra manera tenemos otras miras. 

—¿Y luego?

—Pues luego te pone mucho hablando con el Txato en el cementerio, que ¡vaya originalidad!, si eso ya lo vimos en aquella función que protagonizaba Lola Herrera, ¿te acuerdas que vinimos tú y yo a verla al teatro?, que tan incultas como nos pinta, a mí más que a ti, no somos. Bueno, pues no es que te pases horas, pero sí buenos ratos, allí arriba, en Polloe, hablando con tu marido. 

—En eso no miente, que allí, con el Txato es donde me siento más acompañada, ya ves, como si no se hubiera ido, como si no le hubieran matado...

Miren se encogió un poco, tomó otro sorbo, y giró la conversación hacia lo personal.

—¿Y cómo estás? No te veo mal.

—Lo voy llevando. Hablar de frente de lo sucedido da paz. Eso me dice también Nerea, que ha acudido a unos talleres de un tal Juan Gutiérrez, hebras de paz o algo así, lo llaman. Este hombre, que es un gran tipo, ha trabajado con presos, con víctimas, y no solo de aquí de Euskadi... Yo estuve una vez en uno de esos talleres, que no sé por qué ahora a todo lo llaman taller, pero bueno, te das cuenta allí con otra gente de que no todo es blanco o negro, y que no es que seamos grises, es que somos humanos y en medio de toda la maldad que te puedas imaginar la bondad, algo de bueno surge. 

—¿Y Xabier? Arantxa apenas me cuenta nada y sé que se ven cuando ella va a rehabilitación... ¡Anda, que con mi Arantxa también se ha ensañado el autor! ¿Y para qué? Ha actuado casi como un Dios vengativo, haciéndonos pagar los pecados en esta tierra, pecados algunos muy comunes, y como si solo hubieran pecado mis hijos. Además, a mí me pone todo el tiempo hablándole a san Ignacio, ya ves, tú hablándole al marido muerto y yo a una estatua de escayola...

—Pero tú eras muy devota del santo...

—Y lo sigo siendo, pero en fin, hay devociones y devociones y yo sé hasta dónde llego... —y de pronto a Miren le entró la risa y se acercó más a su amiga y cogió su brazo—: Al que le pone bien es al cura. ¡Ay Dios! Si lee la novela y se identifica...

—¿Tanto se parecen?

—Se dan un aire. Ahora, que tú le sabes parar los pies y ponerle en su sitio desde el principio. ¡Muy bien!, que te aplaudí y todo. 

Bittori sonrió. Estaba demorando la pregunta, pero por fin llegó el momento de preguntar por él: 

—¿Y tú hijo cómo está?

Miren se quedó pensativa, su cara se entristeció, acercó sus labios a la taza, pero apenas quedaba un resto.

—Viejo, está viejo. ¡El tiempo no pasa en balde!


Comentario de Patria de Fernando Aramburu para el club de lectura La Acequia.

lunes, 23 de enero de 2017

Número 146. Refrán del mes: Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo

La ola de frío ha vuelto a traer a primer plano este refrán que todo el mundo se sabe, salvo excepciones naturalmente. 


Imagen de un grajo y la leyenda: "Cuando el grajo vuela bajo ¡¡hace un frío del carajo!! en Burgos van andando


Algunos sienten un cierto pudor a la hora de formularlo, mientras que la juventud, siempre tan creativa, se recrea en su manifestación con intención clara de provocar en los receptores un pequeño o gran escándalo.

Lo de provocar con los refranes no es de hoy, de eso sabemos algo los paremiólogos, pero en cualquier caso parece un refrán moderno, ya que no aparece recogido en las principales colecciones, y solo en nuestros días empieza a aparecer en ellas. ¿Un falso pudor?, ¿otro refrán más de aquellos que decía Martínez Kleiser que no eran para escritos? o ¿realmente es una creación del siglo XX?

Refrán con algunas variantes, que ya parecen en sí producto de dar otra vuelta de tuerca al tornillo, y que sin embargo, parten de un hecho real, que los grajos son aves capaces de alcanzar grandes alturas, pero que las capas frías, más pesadas, les resultan un impedimento para alcanzar esa altura. Sin que seamos expertos en la materia, todo parece indicar que efectivamente, cuando los grajos vuelan a baja altura es porque hace mucho frío, la rima pone el resto.


Hoy no vuelo bajo ni ostias! Me quedo en la cama. Cuando el grajo vuela bajo... ... hace un frío del carajo, pero cuando vuela rasante... hace un frío ACOJONANTE


Empecemos por ver aquellas variantes que han sido recogidas de manera formal, y todo parece indicar que nos movemos en los refraneros regionales:  

En la base de datos de Paremiología romance encontramos estas:
  • Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo; cuando el grajo sube, no se ve ni una nube (Fuente: Pejenaute, 1999).
  • Cuando el grajo vuela bajo, no te quites el refajo (Rúa Aller, 2014),
  • Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo, y cuando se cuelga en los balcones, hace un frío de cojones (Rúa Aller, 2014),
Ruiz Villamayor y Sánchez Miguel (1998: 84) hacen también su aportación regional: 
Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo, y cuando el grajo vuela rasante hace un frío acojonante.
La aportación aragonesa viene de la mano de Jaime Gómez y Jaime Lorén (2002: 77):
Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo.
Luis Miguel Gómez Garrido  (2008: 237; 2016: 39) en distintos trabajos de campo realizados entre las provincias de Ávila y Salamanca recoge una serie de variantes interesantes que completan el trabajo por la parte castellana vieja:
  • Cuando el grajo vuela bajo / hace un frío del carajo.
  • Cuando el grajo se pone en el balcón /hace un frío del cojón.
  • Cuando el grajo vuela bajo, / hace un frío del carajo. / Cuando el grajo se posa en los balcones, / hace un frío de cojones.
  • Cuando el grajo vuela bajo, / hace un frío del carajo: / hay que tomar sopas de ajo.
  • Cuando el grajo vuela bajo, / hace un frío del carajo. / Y cuando vuelan los gorriones, / hace un frío de cojones.
No queremos olvidarnos del Refranero multilingüe que da además un ejemplo de uso extraído de un medio oral: 
«En una conversación telefónica, A [de 28 años] le pregunta a B [su primo de 13 años] por el tiempo que está haciendo en su pueblo (Aranda de Duero, Burgos), a lo que B, tras responder que hace mucho frío, concluye diciendo: “El grajo últimamente vuela muy bajo por aquí”» (Conversación telefónica entre Madrid y Aranda de Duero, 20/12/2010).
Uno de los primeros en haberlo puesto por escrito parece haber sido Cela, que lo recoge en su Enciclopedia del erotismo:
Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo, refrán de obvio entendimiento que oí en Navalcarnero (pág. 745).
Y muy pronto, gracias a Google Books, encontramos modificaciones ocasionales, lo que sin duda ya nos da una prueba de cierta popularidad del refrán: 
«Cuando el grajo vuela bajo, aeropuertos al carajo» (dícese de lo que es obvio). (Pedro G. Trapiello 1998: El chivo expiatorio: artírculos de primera necesidad.)
El grupo Candeal (2007: 164) le puso música 
Cuando el grajo vuela bajo
hace un frío del carajo,
cuando ya no ves gorriones
hace un frío de cojones.
Dejemos los testimonios pasados, que abundan, y vengámonos al presente, en el que la ola de frío parece haber acudido al ropero en busca de prendas de abrigo y también al repositorio de memes.

Cartel con la siguiente leyenda: "¡¡El grajo va andando . Repito, el grajo va andando!!! Corto"

A la pregunta imaginaria ¿por dónde vuelan hoy los grajos?, los tuiteros se lanzaban a contar sus experiencias, más o menos repetidas, y aquí una selección de lo encontrado: 
  • Cuando el grajo vuela bajo... #buenosdias
  • Dicen que cuando el grajo vuela bajo.... , pues mañana los grajos parecen que irán andando...
  • Alguien sabe si el Grajo sigue vivo?
  • El grajo va andando, repito, el grajo va andando!!!!!!
  • Dicen que "Cuando el grajo vuela bajo, hace un frio del carajo". Pues yo acabo de ver un grupo de grajos caminando. CAMINANDO!!
  • Acabo de ver un grajo entrando en el Metro. 
  • Hoy tenemos al grajo prácticamente andando por el suelo.
  • ATENCIÓN: El grajo va haciendo la croqueta- REPITO: El grajo va haciendo la croqueta- CORTO #OlaDeFrioPolar
Hay quien para enfatizar lo dicho añaden una imagen: 
ULTIMA HORA:"El Grajo" Air Lines anuncia la suspension de todos sus vuelos debido a la
sombra de dos grajos sobre la tierra
Pero el que me dio la idea de hacer esta recopilación e inaugurar el #refrándelmes fue César Javier Palacios con este oportuno tuit: 


Cuando el grajo (en este caso graja) vuela bajo, hace un frio del carajo. Abrígense amigos  #ElFrioSeQuita
grajo con bufanda y gorro

Adendas

  • Mery Varona, ver comentarios, me sugiere: Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo, y en Aranda vuela a trompicones porque hace un frío de cojones (23-01-2017).
  • Delfín Cerezo: Va andando y quizás pise terrones (23-01-2017)
  • Natalia del Sastre: En Gumiel vuela a trompicones, porque hace un frío de cojones!!!! (24-01-2017).

Referencias

  • Candeal (2007): Rabeladas 'a lo pesao': coplillas picantes, jocosas y divertidas donde predomina el doble sentido y la ironía. Valladolid: MAXTOR. 
  • Cela, Camilo José (1982): Enciclopedia del erotismo 1. Aachen-cirene. Destino.
  • Gómez Garrido, Luis Miguel (2008):  «Entre Ávila y Salamanca: mitos y supersticiones populares», Revista de Literaturas Populares 16, pp. 230-262.
  • — (2016): «De avefrías, lavanderas y otros barruntos de nieve en la cultura popular de las provincias de Ávila y Salamanca. Etnotextos y comparatismo.», Boletín de Literatura Oral. pp. 27-42. 
  • Jaime Gómez, José y Jaime Lorén, José María (2002): Refranero aragonés: más de 5500 refranes, aforismos, dichos, frases hechas, mazadas..., originarios de Aragón. Zaragoza: Institución Fernando el Católico.
  • Pejenaute Goñi, Javier María (1999): Los refranes del tiempo en Navarra. Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra.
  • Rúa Aller, F. Javier (1998): Refranes del tiempo en León. León: Eolas. 
  • Ruiz Villamayor, Jesús María y Sánchez Miguel, Juan Manuel (1998): Refranero popular manchego Y los refranes del Quijote. Ciudad Real: Diputación provincial.
Nota: Las imágenes de este post me han llegado a través de las redes sociales. Si eres el autor de alguna de ellas y la estoy compartiendo sin permiso, por favor avísame.

domingo, 22 de enero de 2017

Número 145. La española inglesa. Una gitanilla en el Londres isabelino

Entre los despojos que los ingleses llevaron de la ciudad de Cádiz, Clotaldo, un caballero inglés, capitán de una escuadra de navíos, llevó a Londres una niña de edad de siete años, poco más o menos [...] la más hermosa criatura que había en toda la ciudad.

Anglodutch

La toma y saqueo de Cádiz por parte de los ingleses durante la guerra anglo española (1585-1604) es uno de esos episodios que rara vez vamos a encontrar en los manuales de historia escolares. No parece muy didáctico hablar de los fracasos, de cómo sufre el pueblo en las guerras, de cómo pagan las consecuencias los inocentes... Parece más didáctico hablar de armadas invencibles que solo las tormentas pudieron hundir, pero ni de los muertos ni de los secuestrados suele hablarse. Cervantes nos lo cuenta a su manera.

En aquel suceso los ingleses no solo saquearon la ciudad llevándose todo lo que cupo en sus barcos, sino que también se llevaron como rehenes a un grupo de ciudadanos principales que servirían como prenda de los 120 000 ducados, que las autoridades pactaron en la rendición. Infestados andaban los mares de gente refinada —ya fueran turcos, ingleses o devotos españoles— para los que la vida humana valía lo que podía pagarse por ella. De ello, Cervantes sabía un rato, como bien sabemos a través de los datos, afortunadamente cada vez más abundantes, de su vida. 

Pues sigamos con la historia de la pobre niña, víctima de una guerra más, y pensemos que después de todo tuvo suerte y cayó en buenas y cristianas manos, o al menos eso recalca el narrador de sus desgracias: 
Mandó el conde echar bando por toda su armada que, so pena de la vida, volviese la niña cualquiera que la tuviese; mas ningunas penas ni temores fueron bastantes a que Clotaldo la obedeciese; que la tenía escondida en su nave, aficionado, aunque cristianamente, a la incomparable hermosura de Isabel, que así se llamaba la niña. Finalmente, sus padres se quedaron sin ella, tristes y desconsolados, y Clotaldo, alegre sobremodo, llegó a Londres y entregó por riquísimo despojo a su mujer a la hermosa niña.
Mientras los gaditanos se recuperaban como podían, porque la vida sigue, y las naves inglesas partían hacia su tierra a ponerse a los pies de su soberana, Cervantes afilaba su pluma para que aquella España a la que pudieran llegar sus versos, que sabemos corrían manuscritos, supiese de aquel vergonzoso suceso de aquellos pavoneados mangas verdes que una vez más habían llegado tarde a su obligación: 
Vimos en julio otra semana santa,
atestada de ciertas cofradías
que los soldados llaman compañías,
de quien el vulgo, y no el inglés, se espanta;


hubo de plumas muchedumbre tanta
que en menos de catorce o quince días
volaron sus pigmeos y Golías,
y cayó su edificio por la planta.

Bramó el Becerro y púsolos en sarta;
tronó la tierra, escureciose el cielo,
amenazando una total rüina;

y al cabo en Cádiz, con mesura harta,
ido ya el conde sin ningún recelo,
triunfando entró el gran Duque de Medina.
Ya tenemos a la niña en Inglaterra, y Cervantes insiste en la buena suerte que ha tenido al caer en semejantes manos: 
Quiso la buena suerte que todos los de la casa de Clotaldo eran católicos secretos.
Y además saben apreciar las excelencias de la lengua castellana, que convive naturalmente con la inglesa, que un tal Shakespeare, también autor de comedias, va a llevar a lo más alto en su cota artística:
Desta manera, sin olvidar la suya, como está dicho, hablaba la lengua inglesa como si hubiera nacido en Londres. 
Ya tenemos a la niña, no solo instruida en el arte de las letras —es de agradecer a Cervantes este afán por hacernos a las mujeres leídas y escribidas—, preparada para dirigir una multinacional o llegar a los más altos destinos diplomáticos. La música, como en el caso de Preciosa, no puede faltar en su educación, aunque en este caso con matices, que la niña es persona principal: 
Después de haberle enseñado todas las cosas de labor que puede y debe saber una doncella bien nacida, la enseñaron a leer y escribir más que medianamente; pero en lo que tuvo extremo fue en tañer todos los instrumentos que a una mujer son lícitos, y esto con toda perfección de música, acompañándola con una voz que le dio el cielo, tan extremada que encantaba cuando cantaba.
Mujeres hermosas, cultivadas, llenas de virtudes entre las que destaca la honestidad, con un único destino: ser la merecida esposa de algún caballero de mérito.
Todas estas gracias, adquiridas y puestas sobre la natural suya, poco a poco fueron encendiendo el pecho de Ricaredo...
La historia prosigue, pero si el lector anda con prisa y la manera de expresarse de Cervantes es para él secundario, puede rellenar los puntos suspensivos como guste, porque lo principal ya está dicho. No obstante, sepan que la historia termina bien y que Ricaredo, como un anticipo de lo que años más tarde hará su descendiente Phileas/Willy Fogg llegará en el último minuto a salvar a su dama:

Comentario para el club de lectura La Acequia.  

martes, 17 de enero de 2017

Número 144. Rinconete y Cortadillo. La atracción del lenguaje


... y cumplirse al pie de la letra, sin que falte una tilde

Anda el mundo de las letras hispanas compartiendo un artículo de Elena Álvarez Mellado acerca de la controvertida tilde de solo, así que, para abrir boca, me ha parecido bien entresacar de la lectura en curso la expresión de cabecera para tenerla presente. 

No vamos a hablar de la importancia de las tildes en castellano, ni de la vieja controversia solo/sólo, pero sí del lenguaje de Rinconete y Cortadillo, pues solo por él ya merece la pena una relectura con detenimiento de esta novela ejemplar. 
Nube de palabras de Rinconete y Cortadillo generada con www.nubedepalabras.es

Cervantes, buen conocedor de Sevilla, no puede evitar la tentación de llevar a esta novela no ya los localismos y el lenguaje de la calle —«un tiesto que en Sevilla llaman maceta»—, sino también la lengua del hampa. Y así va insertando en la novela el germen de lo que podría ser un diccionario de argot, y sin duda lo que a día de hoy constituye un buen comienzo para ver el uso literario de la germanía, como representativa de una determinada clase social. 
Y así les fue diciendo y declarando otros nombres de los que ellos llaman germanescos o de la germanía, en el discurso de su plática, que no fue corta, porque el camino era largo.
Y aunque al día de hoy, y probablemente también entonces, sea necesario leer la novela con notas explicativas de eruditos editores, ya se preocupa Cervantes, dentro del mismo texto, de explicar algunas de las palabras empleadas, dando así un carácter metalingüístico a la propia narración:
Y, porque sé que me han de preguntar algunos vocablos de los que he dicho, quiero curarme en salud y decírselo antes que me lo pregunten. Sepan voacedes que cuatrero es ladrón de bestias; ansia es el tormento; rosnos, los asnos, hablando con perdón; primer desconcierto es las primeras vueltas de cordel que da el verdugo.
Siguen con atención Rincón y Cortado las explicaciones de la guía —atención al género gramatical de algunas palabras— felicitándose de haber encontrado tan buen trujamán para aquella nueva situación en la que se ven y aquella nueva tierra tan alejada de la suya. 

Llámales enseguida la atención la piedad de aquel personaje, representativo de tantos otros, siempre con la palabra Dios en la boca, y aunque han de ver que son meras frases hechas, vacías de contenido que diríamos hoy, ya les choca tanta devoción en boca de quien se adivina ganarse la vida robando y quién sabe qué otras fechorías. 
—¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón?
—Sí —respondió él—, para servir a Dios y a las buenas gentes, aunque no de los muy cursados; que todavía estoy en el año del noviciado.
A lo cual respondió Cortado:
—Cosa nueva es para mí que haya ladrones en el mundo para servir a Dios y a la buena gente.
A lo cual respondió el mozo:
—Señor, yo no me meto en tologías; lo que sé es que cada uno en su oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados.
—Sin duda —dijo Rincón—, debe de ser buena y santa, pues hace que los ladrones sirvan a Dios.
A más de un estudioso le ha llamado la atención la corrección con la que se expresa la sin par pastora Marcela, tantas veces citada; pues bien, si nos fijamos también llama la atención la corrección, por no hablar de la gran cortesía, con la que se expresan Rinconete y Cortadillo en la novela. También nos ha asombrado cómo se expresa la gitana Preciosa, a la que su abuela gitana ha enseñado a leer y a escribir, pero en Sevilla todo parece ser diferente. ¿Acaso los pillos castellanos son siempre más cultivados que los sevillanos? 

Sabemos que Rincón ha sido instruido por su padre, «bulero, o buldero, como los llama el vulgo» al servicio de la Santa Hermandad, y a Cortado lo vemos, pese a su corta edad, ensartar refranes con la sabiduría de un aventajado Sancho: 
—Lo mismo digo yo —dijo Cortado—; pero para todo hay remedio, si no es para la muerte, y el que vuesa merced podrá tomar es, lo primero y principal, tener paciencia; que de menos nos hizo Dios, y un día viene tras otro día, y donde las dan las toman, y podría ser que con el tiempo, el que llevó la bolsa se viniese a arrepentir y se la volviese a vuesa merced sahumada.
Sin duda, estos rapaces en su recorrido por Castilla tuvieron como maestro al propio Cervantes y aprendieron a servirse de la lengua tan bien como de los naipes y las tijeras.

Rincón enseguida se da cuenta de la inferioridad intelectual del gran Monipodio, y de todos aquellos que lo rodean, y aunque desconozca la germanía, que sin duda aprenderá pronto, sabe distinguir también en el lenguaje de este hombre, las incorrecciones que comete el vulgo: 
 —Por cierto —dijo Rinconete (ya confirmado con este nombre)—, que es obra digna del altísimo y profundísimo ingenio que hemos oído decir que vuesa merced, señor Monipodio, tiene. Pero nuestros padres aún gozan de la vida; si en ella les alcanzáremos, daremos luego noticia a esta felicísima y abogada confraternidad, para que por sus almas se les haga ese naufragio o tormenta, o ese adversario que vuesa merced dice, con la solenidad y pompa acostumbrada; si ya no es que se hace mejor con popa y soledad, como también apuntó vuesa merced en sus razones.

De la importancia de los nombres propios para caracterizar a las personas con pocas palabras habla la colorida galería de apodos con la que Cervantes nos regala en esta novela: Escalante, Ganchuelo, Gananciosa, Pipota, Repolido, Cariharta... por no hablar del punto de ironía que pone por su parte al apodar a uno de los protagonistas con el sobrenombre de una figura histórica: 
...y Cortadillo se quedó confirmado con el renombre de Bueno, bien como si fuera don Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, que arrojó el cuchillo por los muros de Tarifa para degollar a su único hijo.
Por darle la vuelta, Cervantes se atreve hasta con los refranes, y si no véamoslo en este pasaje que no tiene desperdicio: 
—Pues, ¿a esto llama vuesa merced cumplimiento de palabra —respondió el caballero—: dar la cuchillada al mozo, habiéndose de dar al amo?
—¡Qué bien está en la cuenta el señor! —dijo Chiquiznaque—. Bien parece que no se acuerda de aquel refrán que dice: «Quien bien quiere a Beltrán, bien quiere a su can».
—¿Pues en qué modo puede venir aquí a propósito ese refrán? —replicó el caballero.
—¿Pues no es lo mismo —-prosiguió Chiquiznaque— decir: «Quien mal quiere a Beltrán, mal quiere a su can»? Y así, Beltrán es el mercader, voacé le quiere mal, su lacayo es su can; y dando al can se da a Beltrán, y la deuda queda líquida y trae aparejada ejecución; por eso no hay más sino pagar luego sin apercebimiento de remate.
En este comentario deberíamos haber hecho hueco también a la presencia del lenguaje musical en la obra, en la improvisación de los instrumentos, en las seguidillas tan necesarias como expresión del pueblo, pero su análisis alargaría en demasía este comentario para el medio en el que nos encontramos. Terminemos:

Por el lenguaje empieza Rinconete su evaluación de lo que ha visto y de la vida que le espera:
Era Rinconete, aunque muchacho, de muy buen entendimiento, y tenía un buen natural; y, como había andado con su padre en el ejercicio de las bulas, sabía algo de buen lenguaje...
Los muchos pecados cometidos contra el bien decir le llevan a pensar en mayores y verdaderos pecados, y la alegría con la que aquellos personajes se perdonaban los pecados:
... le admiraba la seguridad que tenían y la confianza de irse al cielo con no faltar a sus devociones, estando tan llenos de hurtos, y de homicidios y de ofensas a Dios.
Y le admiraba sobre todo la ciudad a la que habían llegado donde...
Finalmente, exageraba cuán descuidada justicia había en aquella tan famosa ciudad de Sevilla, pues casi al descubierto vivía en ella gente tan perniciosa y tan contraria a la misma naturaleza; y propuso en sí de aconsejar a su compañero no durasen mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta, y tan libre y disoluta. Pero...
Su atractivo debía tener aquella ciudad, sin duda tanto para Cervantes como para sus personajes, porque todavía pasaron allí algún tiempo, pero sobre eso, Cervantes, cual prudente Sherezade que ve salir las claritas del día, pasa por encima un velo. 


Comentario para el club de lectura La Acequia.

lunes, 9 de enero de 2017

Número 143. La gitanilla. Al son de las sonajas

Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse como ladrones, estudian para ladrones, y, finalmente salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo, y la gana de hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables que no se quitan sino con la muerte. 
¡Vaya principio que trae la poesía!, diríamos parodiando a don Juan Tenorio. 

Ya desde la presentación nos deja entrever Cervantes lo que después se sabrá, es decir que la gitanilla no es gitana, sino que fue robada, pero que a pesar de haberse criado entre gitanos y de haber aprendido sus artes y artimañanas, la fuerza de la sangre es tal que hace que sea alguien distinguida y noble ya que «la crianza tosca en que se criaba no descubría en ella sino ser nacida de mayores prendas que ser gitana, porque era en extremo cortés y bien razonada».

Una «aventura» casi paralela corre su enamorado, que se hace gitano y finge ser ladrón, pero en realidad va proveyendo de su peculio las arcas de la gitanería hasta que logra hacerse un lugar entre ellos. Más ¡ay!, cuando todo parece ir rodado para los jóvenes enamorados, la mala suerte se cruza y el noble caballero mata a otro de una estocada. En defensa propia, ¡no vayamos a creer!, tras haber puesto en duda su honor, algo que un caballero no puede consentir. Al final los deudos del finado aceptan una reparación económica, y ¡cómo no!, al ser ambos jóvenes de buena familia, todo queda olvidado y comen perdices y viven felices. 

Sin duda La gitanilla, tan políticamente incorrecta en diversos aspectos, empezando por el de la justicia igual para todos, no es historia para ser contada en el siglo XX, y menos en el XXI, pero dejemos este cuento en su tiempo y contexto y fijémonos en otros aspectos. 

Dice Luis Rosales en la introducción de la edición de RTVE, que es la que estoy manejando, que en La gitanilla, una de las novelas ejemplares más aplaudida, tan importante es lo que se cuenta como la forma de contarlo, y ahí es donde Cervantes, que en realidad siempre quiso realizarse como autor de comedias, pone toda la salsa de que es capaz en el tintero, y moja su pluma para dejarnos una obra visual y musical, más una comedia que una novela. Es fácil imaginarnos a esa salerosilla sobre un tablado moviendo las sonajas, los pies descalzos y revoleos de falda ejecutar los romances insertos en la obra. Lo demás, a todas luces importa menos, el gozo estético está asegurado.


Sonaja (Fundación Joaquín Díaz)

Mucho se ha hablado de la música en la obra cervantina, no solo en el Quijote sino también en toda su producción. Los pasajes de La gitanilla suenan y resuenan a los oídos del lector. 
De entre el son del tamborín y castañetas y fuga del baile salió un rumor que encarecía la belleza y donaire de la gitanilla, y corrían los muchachos a verla y los hombres a mirarla. Pero cuando la oyeron cantar, por ser la danza cantada, ¡allí fue ello! 
Se ganan las vida las gitanas, no tanto robando como se declara al principio, sino valiéndose de su salero para conseguir algunas monedas u objetos de valor, no solo de entre la gente del pueblo, sino también de las señoras principales, que las invitan a sus casas para deleitar sus ocios y retiros. Los romances de Preciosa parecen tener un atractivo especial, sobre todo si se hace acompañar de las sonajas.
... después de haber bailado todas, tomó Preciosa unas sonajas, al son de las cuales, dando en redondo largas y ligerísimas vueltas, cantó el romance siguiente: 

Árbol preciosísimo 
que tardó en dar fruto
... 
Bailar en honor de los santos, en este caso en honor de santa Ana el día de su fiesta, es tradición de gran raigambre castellana, que Cervantes sabe aprovechar, aunque para ello se tome la licencia de que Preciosa baile en solitario separándose del grupo de las otras gitanillas.  

Los poemas que adoptan formas populares se suceden. Son numerosas las salidas de Preciosa y las otras gitanas por la corte a fin de ganarse el sustento, forman corros, cantan, bailan, y la gitana vieja va recogiendo los cuartos que les echan. Una forma honesta de ganarse la vida que desdice de la afirmación del primer párrafo. Preciosa no duda en incluir en su repertorio sucesos recientes, cronista improvisada, o no tanto, va poniendo al día a los oyentes acerca de los acontecimientos de las Españas.
Y así granizaron sobre ella cuartos, que la vieja no se daba manos a cogerlos. Hecho, pues, su agosto y su vendimia, repicó Preciosa sus sonajas y, al tono correntío y loquesco, cantó el siguiente romance:
-Salió a misa de parida
la mayor reina de Europa,
en el valor y en el nombre
rica y admirable joya.
Ahora, donde sin duda muestra Preciosa todas las habilidades aprendidas de las gitanas viejas para el halago de las damas, es al decir al buenaventura  a las señorass de alta alcurnia, buena forma de ganárselas para sus intereses: 
-Hermosita, hermosita,
la de las manos de plata,
más te quiere tu marido
que el Rey de las Alpujarras.
Poco importa que la buenaventura abunde en ripios, Preciosa sabe prometer y va prometiendo, dejando lo mejor para el final, o mejor, como buena Sherezade para el día siguiente:
Cosas hay más que decirte;
si para el viernes me aguardas,
las oirás, que son de gusto,
y algunas hay de desgracias.
Comentario para el club de lectura La Acequia.